miércoles, 30 de marzo de 2011

Repeticiones

Fusil de esta batalla silenciosa
Deambulo con mis heridas en noria
Habitación repetida donde el día
Solo aclara en la noche
Con sus artimañas de mujer recelando estrellas
A sus pies de fugaz lengua
Nada se parece a la calma ni el agua ni el amor
Solo esta repetida hora donde mora una anciana
Con sus manos llenas de ramitas secas
Todo se rodea a sí mismo
Como un caleidoscopio puedo mirarme infinita
Y triste
Siempre triste
Como el llanto del primer día
Como la sonrisa del último amor.


Poema 40

Bajo barro nació destino marcado sobre el vientre
El hambre le beso las yemas de los dedos
Donde resuena aun futura doble cara o cruz
la leche se agrio en el aire antes de besar su boca
boca de olvidado de resignado de olvido
los pies conocieron el frío cegado por el acero
y la carne abierta como un río.
Bajo barro nació
sus sentidos se apagaron sobre el agua turbia
Del sacramento
Con la cruz a pecho como resguardo
Jugo a matar y mató a diestra y sin derecho
A izquierda  a cielo o infierno
Por comer o calor
No dudó de su juego a la hora de reclamar
Ser prójimo sobre esta tierra

Poema 37

El hombre se diluyo sobre el vaso con sus amores inacabados
Sus lienzos dormidos y el llanto de sus musas
Todas desnudas sobre el marco de la ventana
De la boca las hormigas se le volvieron palabra
Terrón por terrón le pusieron saliva y victoria al día
Para que deambulen las precariedades del ser
No se admitió recorrido ni mapa en la proeza
Solo el olor de los azahares
Las palabras se regocijaron del discurso propagado
De la simiente sembrada
De las musas que reían
Y del hombre
Ahuecándose en el murmullo


Poema 36

Sollozada niña corre calle abajo con rumores
Fantasmas agrietados sobre la sien
(Una flor en cada mano le sangra y estalla)
Corre sin rumbo a la esperanza
De una madre latiendo como si fuera a parir
Abrigo quizás de otra madrugada
De horrores
Corre sin rumbo a la morada del olvido
Sin lugar y sin nombre para que nadie la pronuncie
No quiere ser de carne y hueso
Que se astille lo que la sostiene
Leña sobre hoguera crujiendo horrores
Podredumbre de quimeras sobre el horizonte
Cargando una víctima
Con otra hoguera donde habitaba el corazón.

Ella sangra
Su destino de animal muerto.

martes, 29 de marzo de 2011

Poema 35

Grito desgarbado dibuja el espanto
Somnoliento en la siesta
Un otoño dentro de otro otoño
Habla de las pisadas dejadas sobre los huecos
Recodos de la memoria
Lejanos en manto ambarino
El sonoro canto se detiene
Olfatea el aire
Se atiza y golpea

Cántaro roto
Infortunados mendrugos pálidos
Dejados uno a uno sobre el violento cordón de una vereda.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Poema 34

Los pies le sangraban savia cuando regresó
Develando los misterios de una corteza sobre el carbón
Se apago el corazón como una vela
Y descanso por primera vez sobre la silla
Todo lo reflejaron sus ojos: el fuego el agua el negro el gallo sobre la mesa las plumas sobre el piso la fuente sin agua el gato hambriento la niña llorando la tierra el agua la tierra
Le abatieron de a ratos los disparos el vuelo de las moscas frenéticas
Siguió sentada vacía
       
               o buscándose en ese instante

le volvió el rastro perdido de un hombre y de un niño
el viento y un sauce la plegaria sobre la tarde el beso y un llanto
un quejido parecido a la muerte          el cerro

(Esa tarde se encontró para seguir el vuelo)

lunes, 14 de marzo de 2011

32

No sirve tronar los dedos ante la miseria de las flores que recogieron cuando secos pétalos, boca abajo, cayeron sobre el amarillo resplandor muerto

Elegantes pasaban las niñas vestidas de riguroso blanco
con cintas sobre las sienes, casi laureles, casi espinas consagrando a la mujer por venir.
Entre las piernas un caleidoscopio en ronda estallaba en cardenales
pasan las niñas desempolvando la tarde mustia de los hombres


No sirve tronar los dedos secos sobre el luto ajado de los manteles, en galerías que nadie recorre cuando el ala del cuervo pasa sobre las doce.

Los hombre pasaron después, seguidos de sus hijos, cabezas entregadas de animal al sol entre moscas que asfixiaban los gemidos de las viejas sobre los morteros. Pasaron.
Alguien les tiro una piedra para liberarlos de otro pecado similar al de la vida.

No sirve tronar los dedos les estalla los huesos como maíz sobre mortero de tarde  crepitar arrullo o sollozo

Las viejas sentadas al borde de una cornisa de palomas y gallinas miran la procesión sin vírgenes ni santos. Muelen en llanto el alimento parco por el viento norte  de tierra agria  de piel cortada por los rosarios de tanto milagro.
La mujer tiene en la retina otra bestia
Se miran resistiendo
A vista y mustia muerte
Sobre las paredes de la casa
Un reluciente verde trepa arañas y yeso
Ella partirá
Con sus agujas sin enhebrar
Con las costuras de su puño abierto y justo
A punto de la injusticia
Desempolvando el verde
Golpeando rostro  mesa unánime en grito
Causa o disparate.
Ella es mujer sin vientre y con hijos
Clamando las horas o madrugadas o migajas

La mujer hace un tajo en la retina
 a lengua y filo de su navaja

sábado, 12 de marzo de 2011

Poema 31

Las bestias de la tierra pasaron de madrugada
Relamiendo los bordes del cerro muerto
Llevaron entre las lenguas las sales
        El verde resplandor de la hierba
        La huella de una corteza
        Latidos aletargados
        libélula

Entrañas dentelladas y fogonazo
Ardieron con miseria de oro
Similar a las lágrimas
Las bestias acompañan en llanto lastimero
Los hijos mal nacidos de la madre
Aquellos que desgarraron las entrañas
Aún no paridos

Las bestias de la tierra desconocen
Otra esperanza Sobre la podredumbre de herrajes y moscas

jueves, 10 de marzo de 2011

Poema 28

Una serpiente desciende elíptica
Anudando las sienes en temblores
De rodilla al altar: Cristo dormido
Repite la estrofa
(Sisea)
Muele la carne sacrificada
Muerde, relame los huesos astilleros hundidos
De otros corazones aún no al aire
Aún no a la tierra
Aún no

Luz

En la belleza de la tarde madre cardenal de ternura
Mece el alma
manifiesta mirada de lluvia, rauda y verde melancolía
el color del otoño se le cuela como aliento entre las aves de la risa
Despierta  cambia el orden de las constelaciones mirando el cielo
Revelando los rumbos de los satélites
(Ella se me parece tanto como lo que no se me parece)

sábado, 5 de marzo de 2011

Poema 23


De cañaverales amarillentos 
Regados a sangre o pueblo o miedo
Nombraron senderos ocultos errando en busca de algo parecido a Dios
no simple oración pecado comunión
cantó nanas como murmullos grito rió pensó amó nació
hombre náufrago
olvidando el porqué sus manos tiemblan.
El tono de su voz aleteo desaparecido entre las hojas
se nombro sin recordarse al mirar la cruz
Los cañaverales eran simples cañaverales de novias de siesta
Y la sangre solo el agua repartida de una lluvia lejana
Los senderos solo suburbios de la memoria
Donde el Dios tantas veces de cara a la pared
Le repetía parábolas de semillas y espinas.

Para su Tristeza

Tu padre es pescador repitió lloró mientras a golpe seco
Decapitaba pescados azules sobre la madrugada
Mi madre herida como el sol reciente
Sola como la soledad sin pecados y correntada en contra
Con el hombre lejos la muerte cerca.
Sentada doblemente hermosa con el hijo dormido
 reía feliz de tanta derrota.

Poema 22

La sutileza de una madera entornada sobre el cuerpo
Mujer terrena eterna pez oscuro su cabello
Sobre el mar de su regazo descompone
Buscando el mar.
El corazón se le abre de fibras y sonidos a
Golondrinas apresuradas en las elipses del viento
Prontas a caer recelosas
Desde la yema de sus dedos
Cuero al tiento del tiempo le resuena buscando
El recodo húmedo de su oportuna exuberante avenencia.

Poema a su Muerte.

Antes de las hormigas recogías las simientes
De las mujeres que no amaban tus ojos
Con la muerte alba cantada de tu voz callada
Antes fuiste patrón de la nada de los álamos grises
De los nísperos putrefactos que caían comida oscura
De palomas que morían sobre el tejado.
Te mordían los talones los perros hambrientos de las sombras
Bravos escapados del terror fueron llegando
En jauría fiel hasta tu morada surcada por hijos que no
Verías crecer
Antes fuiste igual al espejo que miro quizás más dulce
Quizás más triste pero en el mismo río de tu lucha
Navegaron alimento palabra y furia hasta mi cuna.
Fantasma apagado de la evocación repartiendo su nombre
Para nacer dos veces nunca en destierro ni en fuga
Superviviente de muertes idas amor perdonado.

jueves, 3 de marzo de 2011

Poema 21

Manos cruzadas por fuegos fatuos
Cruza la tarde
Luminosa ternura
Agitando el maíz y la calma
Coloco un punto entre la puerta
Y mis pies
Una línea de sangre traza el resto.
Me lleva
Absoluta
Niña de nuevo
Temblorosa
Como la tarde repartida
En despedida.
Pronto viento adentro
Quedará
Aroma del alma.

Foto Dimitar Variysky

Poema 20

Grietas sobre mis manos me anuncian
El canto último
Fugan en sur rosas de los vientos
Casi inclinadas
al vértice febril
Vozarrón nocturno
Paisaje
Abierto paisaje
Los reinos de las arañas
Titilantes
Y ocultos
Desbordan como el agua
Desmoronando las estructuras abandonadas
Último
Vértigo al descender
Gira sobre su propia boca
Altas suben telas
Sobre el verde cañaveral
De huesos oxidados
De azúcar roída por los cuervos
Siempre sierpe

Adán y Eva (Cuento)

Para Adán, aquella habitación, era un mundo por descubrir, de amplias terrazas y soles incansables, de selvas creciendo y límites aún no fundados.
Para Eva, aquella habitación, no tenía ventanas ni aire, era tan, tan pequeña que apenas cabían Adán, la serpiente y ella.


Van Eyck-Adán y Eva

Crónica (99')

Una mañana en cada esquina
La espera en cada puerta
Una moneda me alimenta de ficciones
Una imagen se confunde
Un niño se muere en el hambre justa
la mujer cierra su vientre
El hombre olvida al hombre.
Su plegaria justifica el anhelo
el  grito amanece de los escombros
Una luz   estimula  las sombras
el viernes  sentencia el  horizonte
Un silencio se avecina
Un río de sangre regresa
La historia se repite
Tres palabras se descuelgan de la bronca
Ocho números definen mi nombre
Tu noche refugia dos  cuerpos
Un misterio palpita en sus ojos
Una madre busca los restos
El asesino traza su muerte
Una canción recobra la memoria
Una mentira crece entre los años
Los muertos  multiplican sus cruces
Un poema erosiona su sexo
 mi color estalla en el aire,... y desaparece.

Quilla (99')

Se abre la hembra fértil en la noche;
Noche eterna sin hombres.
Palpita su sangre espesa en el barro
Calcina el hambre y el llanto llega.
Caen despacio llenando el misterio
Quebrando del monte, el canto.
Se avivan los muslos moldeados
Y los pechos cinchan el deseo.
En el remolino que transgrede la piel
Llega, desmoronando las treguas.
Se va quedando en la lengua
Vertiginosa la palabra.
Se suceden las glorias en la semilla
Y el prodigio sobreviene en la savia.
Es un caudal poblado de peces;
Alimento y milagro para el pueblo.
Esperanza desplegando las alas
Otorgando la sombra que cobija.
Entre  memoria y piedra,
La mujer se desprende de la lluvia.
Y su vientre es una vasija
Que se rompe en el llanto  del hijo.

Beatriz (99')

Cada tarde la misma travesía desde la ciudad; que se devora el silencio de su campo escaso. El silencio,..,..Los álamos...El viento, viejo amigo de sus días.
         Beatriz llega de la mano de la noche y se detiene en el portal a mirar un lucero. Se queda en la misma senda subiendo hacia la escuela, desde las ultimas cañas Beatriz es una estrella mas. En sus ojos  flamean sus sueños mas allá  del patio de tierra y él último perro que la mira con ojos de hambre que nunca se calla.
En los días que se siguen anda el duende robando almas. El viento le dijo que tiene un sombrero y que no tiene sombra.. Quizás de niña, su madre le contara algunas historia pero ya no las recuerdas,... a veces cree que se las olvido en el arroyo mientras lavaba la ropa. Ella supone que se enredaron en la espuma y el agüita se las llevo. Tampoco  puede pedirle a su mamita que se las cuente otra vez porque a ella se llevo la muerte una tarde de mucho calor.
Beatriz no tiene miedo porque sabe que esas cosas no pasan y que la vida si se pasa y no tiene tiempo para perder con historias que el viento le cuenta. Beatriz tiene diecisiete años y pocos misterios. La miseria  se arrastra por los rincones donde Beatriz coloca margaritas blancas para espantarla. Luego se duerme mitigando el frío  con la esperanza de otra vida posible.
   Otro día se abrió desde el canto del gallo, con una tristeza diferente enrareciendo el aire como un presagio. Beatriz transita el día desde tempraneras faenas cotidianas y una escuela siestera que la encuentra cansada. Manuel, la mira y ella se pone nerviosa como siempre que el la mira y se le olvida el cansancio.
Él la mira y se llena de ilusiones... Cada día  la espera con impaciencia a la entrada del colegio con margaritas blancas.
    Beatriz sonríe y Manuel siente que el amor se desborda en su corazón. Hace tiempo que el la  quiere. Hace tiempo que la sueña.
La tarde le deja lugar a las sombras que se olvidaron de traer la luna, Beatriz regresa a su casa pensando en el fueguito del brasero mientras frota sus manos donde el frío  descansa sin apuros. Pensando también en Manuel que le dijo que mañana la esperaba en la plaza con las margaritas blancas y una pregunta que hace tiempo ella espera..
 El susurro del viento en las cañas le dice  Beatriz que no tome el caminito del arroyo. Pero Beatriz no lo escucha, esta cansada y tiene frío. El viento le dice –no tomes el caminito que lleva al arroyo- Pero Beatriz solo piensa que el caminito es un atajo certero a su casa. El viento repite la advertencia, le dice que la espera el olvido y la noche trae otro rostro pero Beatriz solo piensa en la mirada de Manuel y arrima las margaritas a su pecho.

    El caminito es una boca oscura como el destino y Beatriz entra con la misma dulzura de siempre.  El viento se calla porque  Beatriz ya no lo escucha  ni volverá a escucharlo. Solo quedan, con un nombre enredado entre sus pétalos, las margaritas blancas.

cuento inconcluso 02'

Es de noche( otra noche más) salgo a caminar para huir de mis carceleros. Permítanme presentarme,-Soy el cura del pueblo. En este lugar nací y aquí mismo fue donde decidí seguir el camino de servir a Dios. El mismo Dios que hoy me encarcela. Hoy me confesión será llevada por el viento hasta las entrañas mismas de las sombras que dominan el paisaje; pues estas palabras que pueden entenderse como un perjurio ante los oídos de una persona piadosa; no pueden ser escuchadas por ningún ser humano.
     Todo comenzó una tarde en la iglesia, mientras acomodaba los últimos detalles para la misa de las diez. Al principio solo el aire pareció enrarecerse pero consumido en mi tarea no preste atención hasta que llegó el murmullo de las voces, que me estremeció hasta la medula, en un escalofrió intenso. Mi cuerpo se paralizó seguro de la presencia ajena a la vida terrena.
    No paso demasiado tiempo para que  se revelaran a mi vista como seres animados por alguna extraña fuerza. Todas las imágenes de la iglesia cobraron vida,..Incluso el cristo mayor se retorcía entre la sangre que manaba de sus heridas, blasfemando. Todo es producto del sueño pensé. Producto del cansancio  y la extrema lectura, asumí. Pero las visiones se mantenían intactas. Trate de gritar en el terror que creí propiciado por el mismo demonio, pero nada salió de mi voz.  Huí con la rapidez que pude hacia la sacristía pensando en encontrar a los monaguillos y así fue, allí estaban conversando amenamente. Cuando llegue se sobresaltaron por mi semblante y preocupados me asistieron. Quise explicar lo sucedido pero cuando recorrí a las palabras, ellas se ordenaron solas y solo pronunciaban plegarias. Los monaguillos comenzaron a reír creyendo todo producto de una broma de mi buen carácter. En mi interior el miedo paralizaba mi aliento. Cada vez que trataba de contar lo sucedido, otra plegaria escapaba de mi garganta. Agarre un papel cualquiera y trate de escribir pero sucedió exactamente lo mismo.
    Podía hablar y escribir sobre lo que quisiera menos sobre las visiones que me acosaban constantemente. Estaban destinadas solo para mis sentidos y conocimiento. Por fin entendí que nada podría hacer para explicarme y acepte el desdichado destino.
          A partir de ese día, se acercaban en las noches y susurraban secretos ininteligibles a la razón humana. En el día, los veía vagar por los recintos oscuros y algunas veces, en la inmensidad del silencio, se levantaban en clamores implorando paz.
     No hay descanso para mí, sobre la tierra y ellos me han profetizado que  tampoco encontraré la paz en la muerte.


Facundo Barboza (02')

  Despertó de la siesta, un poco confundido y somnoliento. La atmósfera se condensaba en el sudor que se deslizaba pegajoso en su piel. Dificultosamente abrió los ojos, tratando de definir los objetos que le rodeaban. Todo parecía intacto, atemporal y silencioso. Meditó un instante como esperando descubrir algún pequeño disturbio y sin ningún resultado, desaprobó a la realidad inmediata.
  Sin identificar las causas, pensó en su rostro reflejado en el espejo, que le mostraba una imagen ajena y sintió vergüenza.  Decidió  no volver a enfrentarse a esa superficie, que se resistía y se le escurría como una serpiente por el cuello. Una serpiente que  no lo dejaba respirar.
   De repente el hambre interrumpió  y pensó en comprar un poco de pan;  Pero el mismo sopor lo detuvo y sus manos no pudieron abrir la puerta. Un instante fue suficiente para condensar el mundo como un infierno posible El soplo imperceptible de un espacio distinto, normalizo el recelo y se dijo- "todo pasa."                                          
        Olvidando el pan, recurrió al vino  y revolvió su casa en busca de un escenario propio y privado. Dejó que el tiempo transcurriera sin apresurar las respuestas y cuando el reloj descansó en las cuatro de la tarde se detuvo y comprendió su naturaleza. No era el día, era su esencia. Esa tormentosa esencia que lo amurallaba del mundo, del mundo donde estaba ella. Advirtió para su mala suerte que había empezado el vaso sintiéndose en una mala racha, y terminado la botella, aceptando el mundo en su visión.
   Cuando la noche llegó, los ojos le pesaban como la soledad y la necesidad  de compañía. Pero nadie llegaba. Solo ella con sus muñecas marcadas por los cortes tajantes de algún instante inevitable, merodeaba sigilosa.
El  gato se acercó, buscando el descanso en sus piernas y trato de  acurrucarse para dormitar. Lo dejó caer pesadamente y el animalejo, frustrado en su intento, decidió buscar el abrigo de un sillón cercano. Por un instante se observo absorto desde la perspectiva del gato y sintió odio de si mismo.
          El vino olvidado bajo una cama, se encendía en el vaso. Mientras que en su cabeza, brotaban espectros y en algún rincón el mismo demonio estaba acechando. El ambiente se llenaba de las palabras que escupía el condenado. Pero él, nunca las escuchaba.
        Por suerte nadie percibía lo que sucedía en él y eso lo tranquilizaba.   Se sentía satisfecho de ser considerado como igual, y creo sus propias medidas para no cometer nunca un error que lo delatara. Las llevaba escritas en un papel que guardaba celosamente en su billetera.
          Una vez más, recurrió a ellas y sacando con cuidado el pliego, leyó buscando consuelo:
           No creer en lo que los ojos muestran, engañan a la ficción propuesta.
          Ignorar toda palabra sin esencia y sin procedencia materializada y/o palpable.
          No hablar de la realidad propia.
          La muerte es ajena a mis manos.
          No importa lo que suceda, siempre se preserva el alma.
         Las incoherentes palabras lo regresaron. Eran el único bálsamo y amuleto que funcionaban para su desesperada conciencia. Era dueño de una realidad externa ( no podía ser de otro modo) pero se consideraba en desventaja y quizás por ello se conformaba con esas líneas. Finalmente el corazón,  había comenzado a tranquilizarse y profundamente agotado, se entrego al sueño.
   
 Al día siguiente, cuando despertó, inicio el ritual cotidiano y luego, sin dudar, salió a la calle. El miedo se había silenciado y ella afilaba sus navajas en algún recodo de la mente, esperando el momento oportuno. Ignoro todo vestigio del día anterior y sacó un cigarrillo.  Fumó tranquilamente, disfrutando cada pitada camino al trabajo. Cuando lo terminó solo pudo decir. -Es una pequeña porción de lo real-  Sin ceder se dirigió a su consultorio, donde atendía a sus pacientes. Al abrir las puertas principales, se detuvo un instante, a observar la lustrosa placa que en detallada caligrafía, indicaba: Facundo Barboza,  Médico Psiquiatra

Monólogo del Sol (02')

          Alguien me dijo que en ella arden siete almas que la ayudan a soportar mi cuerpo. En su ternura de primorosa sonrisa me dejaba caer una vez acabado el tránsito del tiempo. 
 Juntos fuimos la cabeza del Imperio y el equilibrio del universo provenía de nuestro amor.
       En ella, crecían las rosas  y el día era un ave que descansaba entre sus mansos pechos.
       En ella, el descanso y el amor eran simples  como su  sonrisa.
       En ella, su cuerpo era la mas sublime de las entregas. Sus brazos  sobre mi pecho, cada mañana se volvían el escudo perfecto para emprender el camino designado.
      En ella, la lluvia era otro volcán.                
                 Fue lo más bello de los días  y el mejor refugio de mis largos desvelos. A su lado, mis máscaras eran solo una utópica amenaza extinguida.
          Acuné en su vientre todas las esperanzas  y todos los sueños, que hoy me reclaman su presencia. La locura se presentaba en sus ojos, como la más sencillas de las luces, que avivaron mi pasión.
            Éramos amantes furiosos, que incansables rodábamos en el sudor de los recodos agitados de la noche, que hoy me reprocha.

         Ya casi no recuerdo la fecha exacta en que el dolor se apodero de mí. Pero si recuerdo el desconsuelo sutil que beso mi frente aquella mañana. Su ausencia era la presencia insensible y atroz del destino y en el lecho su esencia oprimía la ira dándole lugar a la penitencia.
               No conozco los demonios que agitaron mi ferocidad pero sé que me doblegaron  hasta que mi mano selló en su piel el terror. El amor, que aún me ilumina, me tornó dictador y encaramado en la  soberbia, solo averiguaba como apoderarme de su aliento. Envenenada mi sangre de celos, solo la pretendía para mis ojos. 
A mi lado su luz se apagó. Absorbí hasta la última de sus hogueras en mi locura. Las mismas hogueras que hoy me torturan con las  navajas de la soledad. Agoté sus almas en el egoísmo sádico de mis deseos, hasta perderla.
   
Ahora, solo soy un astro que persigue el perdón alrededor del planeta. Mis pasos van detrás de sus pasos, buscando la liberación en  sus labios. Sé que también, en ellos encontrare mi muerte.  Igual voy escudriñando valles y montañas. Como un perro amarillo olfateo los cerros buscándola. 
                   Pero las oscuras sombras me ocultan su blanco cuerpo de nácar. Mis rayos extienden su impotencia, tratando de alcanzar una brisa lejana de su gracia, pero es inútil, la condena y el martirio están sutilmente fraguados. Algunas veces me engaño creyendo sentir su corazón palpitar incesante, cerca de mí, pero es solo otra quimera de mi desesperanza. 
      Le hablo a la noche que la protege pero no recibo respuesta. El eco de mi voz, que alienta su nombre como una bandera blanca, regresa intacto del abismo. 
          Grita mi furia contenida porque ella no está. El océano me muestra como en un descuido, su perfil frágil sobre la superficie. Pero es solo una imagen que se apresura a desaparecer. 
         Es mi culpa y no otra la que me sacrifica en este cielo postergado. Si  solo pudiera hablarle una vez. Si ella me diera la oportunidad de demostrarle que ya no soy ese hombre equivocado. Quizá, seria posible el encuentro.
         
    Las aves de la miseria comienzan a devorar lo poco que resta...y sigo el camino.   Me duele su ausencia y mis anhelos de encontrarla se comienzan a disolver en el horizonte. 
               En  algunas ocasiones mi objetivo es un satélite cercano. En su descuido me acerco a su espalda perfecta y mi luz se apaga cediendo despacio al momento de acercarme a ella. La tierra se estremece y puedo sentirla. Me aproximo despacio deteniendo mi brutalidad para no asustarla. Su cuerpo me eclipsa y la tierra  abre sus entrañas.
              Quiero hablar pero me silencia el temor y ella, implacablemente me sentencia, siempre de espaldas. Sé que espera algo que no llega ni nace. Es mi oportunidad y siento que se me escapa enredada en las horas.
               Finalmente se atan las palabras y me oculto. La dejo ir con la necedad de mis dientes apretados.
           Ojalá mis brazos pudieran retenerla y suavemente volver a recorrer sus labios, sin cansarme de su ternura infinita. Pero entiendo un solo camino. Y siempre es el más fácil.
   Sus almas reconocen mis almas e indudablemente reconocen mi cobardía. Quien lo hubiera pensado. El gran guerrero  es un cobarde.
               Sé que subestimo su fuerza. Distingo que lo único que me espera, es esta eterna culpa de saber que  su vientre de plata no acunará mis ansias de eternidad. Le he negado y me he negado la oportunidad, escapando por esta puerta sin llaves y sin retorno.
                 Sé que la he perdido.. Porque solo hay una luna con siete almas. Y esa es la mayor  de mis  condenas


Monólogo de la luna ( 02')

       
      Voy huyendo del amor  y cierro mis ojos para que el universo me reciba. Soy un blanco espectro que transita eternamente confundiéndose en el día, porque hace milenios, mi cuerpo se deshizo para que el dolor no lograra tocar mi carne.
              Mi esposo me persigue en noria incansable alrededor de la tierra. Y aunque en mi corazón, él es infinito y profundo, como el mar que nació de mis lágrimas, debo refugiarme entre las altas montañas advertida por el alba.
              Nuestra historia nace con el mundo y con él fue creciendo. Miles de años atrás, fuimos creados de la arcilla palpitante,  del fuego y el frío para estar juntos. Nuestros cuerpos fueron moldeados por el agua;  y en el viento,  llegó el espíritu que nos diferencia.
            Él, el sol, astro supremo, dios guerrero de brutal sentencia, con la estirpe de la pasión, germinó como amo y señor del planeta. Y su amor fue el alma de las tormentas que azotaron mi cuerpo. En él, tres almas  se manifiestan como motores de su rebelión.
            Yo, la luna, mujer espejo, hembra primera de vientre fértil y pechos hinchados de vida y alimento, fui amparo de su travesía. En mi, siete almas me consagran y me condenan. Apuntalan mi naturaleza para cobijar la furia de su nombre.

Uno al lado del otro éramos el mismo ser, concebidos para amarse, en la pureza y la total entrega. Nos rondábamos con la incesante locura que desciende de la pasión al cansancio,  en una eterna ceremonia que el cielo  aun conmemora. No había tristezas, no había sombras, no había miedos. En comunión, el llegaba de la jornada dispuesto al amor y sus manos hablaban de la miel y la ternura. Nada más importaba, solo él, yo y el universo procedente de nuestros cuerpos.    

    Pero las tristezas, las sombras y los miedos no tardaron en llegar del lodo oscuro que crece entre los muslos del dolor. Se amarraron a mis ojos como profundas huellas que sellaron mi destino.
     Vi en el astro que amaba iluminarse los temblores y la bronca fue un látigo que se precipito sobre mi sangre y castigada por la herida descendí,  temblorosa, sobre la superficie de los lagos. No pude comprender el mutismo ni el frío, pero al mirarme en el agua mansa descubrí negras aves, rondar hambrientas, en mis ojos. El desconsuelo  me encadeno sin escapar de los años y poco a poco tomo mi trayecto
           Trate de mantenerme firme a su lado pero llegaron uno tras otro,  los  golpes obstinados que hasta el día de hoy se mantienen como una advertencia en mi rostro. Esta vez mi fuerza se deshizo, y el llanto fue posterior. En la angustia de saber que la crueldad lo enceguecía, decidí escapar. Suplicando la protección de los dioses que cabalgan en las brisas, menguando mi cuerpo, me deslicé de sus brazos.
      Cuando despierte- pensé.- ya no tendrá mi abrazo firme ni podrá besar mis labios, tampoco podrá tranquilizarse en mi mirada. A su lado el viento le hablara de la soledad y solitario quedará, en aquel que fuera nuestro lecho, el olor confundido de nuestros sexos.
Cuando despierte- pensé- estaré al otro lado del mundo, oculta en la noche amiga. Y él no estará a mi lado indagando en mis sueños para comenzar el ritual. El ya nunca jamás volverá a arder en mi cuerpo.
    Recorrida por extraños ríos emprendí mi camino, siempre huyendo.
Detrás de mis pasos, sé que viene acercándose. Rápidamente suelo  esconderme entre los cerros.
 Algunos días, cuando el cielo se limpia y su corazón se tranquiliza, me mimetizo en el azul misterio y me acerco para observarlo en silencio. Lo contemplo durante largas horas y cuando las primeras estrellas se avecinan, anunciando el final del hechizo, regreso a mi eterna noche. Y en mi solitaria rueda lo dibujo con el  recuerdo, estremeciéndose mi pálida piel como si sus manos me quemaran nuevamente. Se abren los íntimos intersticios de la piel y en la frenética entrega, el sufrimiento en un bramido, sobresalta las lóbregas horas.
           
      Tengo  bronca del destino y reclamo a mis lágrimas, como el bálsamo tierno de este sendero. Este sentimiento es una rosa de espinas de acero que hieren el manto negro que se extiende, cuando llega mi paso cansado. Si, es una rosa de acero que se repite incansablemente palpitando en el sufrimiento.
  Algunas veces puedo escuchar su voz suplicando mi regreso y mi ánimo reclina un instante, suspendiendo mi carrera. Pero sé bien que en mi cuerpo, no cabe un golpe mas de la ira de su raza y sigo resignada aceptando el signo que pende sobre mí. Errante sigo la elíptica nostalgia de su ausencia.
              En ciertas ocasiones el cielo que cubre  mi marcha ha toma extrañas dimensiones. Algo extraño sucede, a mí alrededor las mareas  crecen desbordando los presagios. Un grito alborotado de animales  se confunde con el silencio aterrado de las palabras. Entonces y solo entonces, dejo que  se aproxime como intentando que de sus palabras  salga el final preciso.
   Puedo sentirlo en aquel momento y mi espíritu se conmueve, pero no giro mi cuerpo. Me paralizo y solo puedo pensar en correr a sus brazos y cobijarme de toda esta soledad, que me invade desde que cobardemente, me aleje de él. Algo detiene sus palabras y mi terror espera otra vez el golpe. Me asfixia el llanto pero no lo libero. Una vez  más pasa el eclipse. Una vez mas  ha callado. Una vez mas me ha demostrado su cobardía. Una vez más hemos perdido la oportunidad.

Figurilla

Algunos creyeron en su sonrisa eterna
mueca revestida y sin alma
cayeron obnubilados por el gesto teatral
de bondades brillantes
como los espejos frente al sol.
Nadie le vio el alma.
Nadie le supo el nombre.
Solo repetían lo buena que era.

Pobre grotesca figurilla
de arcilla
bajo el agua.
¿Qué será de tu mueca
cuando pare la lluvia?

El Reproche

Cae desierto a la noche
Con su desnudez demorada de humano demorado.
Revelando sus secretos, huraño de ríos
o rocas.
Bocas amargas sin gritos,
(En lenguaje entronizado)
Le muerden las durezas dejadas por la madera.
Se le acomodan ribera con ribera
Sin previas caricias
Los muertos le recorren las estancias
Del sueño,
Le piden el nombre arrebatad.
Como hambrientas palomas,
Le atizan la mirada y claman:
El vuelo que les fue herido.
El alma sin alas.
El corazón engullido.
La ilusión del cielo.
Arremolinan los murmurados llantos
En el pabellón
Le aguardan
Lo sostienen en cada madrugada
Ausencias sentenciadas
Día a día claman.