martes, 12 de abril de 2011

Un poema

No le sirvieron ni el amor ni el pan puesto sobre la mesa
Oculta podredumbre de moscas y resuellos
Arremolinado aliento mezcla tabaco y muerte
Sirvieron como hora para la siesta
Pronta y descalza
Una mujer le dolía en la costilla
Como filosa lengua anudada a la carne y el hueso
De cara lavada y ropa oscura
Lo velaba en vida
Viudita sin llanto le cocía coronas
Y las mangas de la camisa.
El hombre solo mascaba el silencio
De ser un muerto añorando el filo de la vida.

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